Un desafíos para los periodistas: Cómo cubrir la desinformación

Un desafíos para los periodistas: Cómo cubrir la desinformación

Por: Bernardo Sabisky

La desinformación es uno de los mayores desafíos a los que se enfrentan los periodistas hoy en día, sobre todo en un mundo saturado de información digital. A medida que las elecciones y los eventos globales se cubren en tiempo real, los rumores, noticias falsas y contenidos manipulados se difunden rápidamente, lo que hace cada vez más difícil para los medios discernir qué merece ser reportado. En este contexto, First Draft, una organización dedicada a la lucha contra la desinformación, plantea una serie de preguntas clave que los periodistas deben considerar antes de abordar este tipo de contenido.

El dilema de cubrir la desinformación

El análisis comienza con la preocupación de que, al cubrir un contenido erróneo o engañoso, se podría amplificar aún más la desinformación. First Draft, al estudiar la cobertura de las elecciones europeas de 2022 en países como Francia, Alemania y el Reino Unido, observó que, en muchos casos, los rumores y mentiras se limitaban a comunidades pequeñas y marginales. La gran pregunta es: ¿debemos intervenir cuando una pieza de desinformación está dirigida a un público minoritario o esperar a que se expanda antes de abordarla? Los periodistas deben evaluar cuidadosamente si la acción de exponer la desinformación podría, paradójicamente, hacerla más visible.

El ‘punto de inflexión’: cuándo abordar la desinformación

Una de las preguntas más complejas que plantea el estudio es sobre el momento adecuado para cubrir la desinformación. En un mundo hiperconectado, medir el impacto de una pieza errónea no es sencillo. ¿Cuánto tráfico debe tener una información equivocada antes de que se considere necesario abordarla? ¿Es suficiente con que llegue a los temas más comentados en Twitter o es necesario realizar una evaluación más profunda del impacto real? Estas preguntas subrayan la dificultad de identificar el «punto de inflexión», el momento en el que una pieza se convierte en una amenaza real, algo clave para definir la respuesta adecuada.

La importancia del público y la amplitud del impacto

No menos importante es entender quiénes están viendo o interactuando con la información errónea. ¿Es relevante cuántas personas ven una pieza de desinformación o qué tipo de personas la están compartiendo? Las plataformas sociales, como Twitter, están llenas de bots y usuarios influyentes que pueden amplificar el alcance de un mensaje. Para los periodistas, determinar la influencia de estos actores y su papel en la propagación de la desinformación es esencial.

Desafíos tecnológicos: cómo medir el alcance humano

La dificultad de medir el impacto de la desinformación va más allá de los números. Determinar cuántas personas reales han interactuado con un contenido es una tarea compleja desde un punto de vista técnico. Los algoritmos y las herramientas de monitoreo deben evolucionar para ofrecer respuestas rápidas y precisas sobre el alcance humano real, lo que podría ser clave para una cobertura informada y eficaz.

Estrategias de distribución y corrección

Además de abordar la desinformación desde el punto de vista editorial, los periodistas también deben explorar otras estrategias, como el uso de anuncios dirigidos o la intervención directa con las cuentas que han difundido contenido erróneo. Sin embargo, estas opciones deben ser evaluadas cuidadosamente, ya que podrían tener efectos no deseados y empeorar la situación.

A la hora de corregir la desinformación, es necesario aplicar estrategias basadas en investigaciones de psicología y comunicación. ¿Cómo podemos redactar nuestras correcciones de forma que generen un impacto positivo sin fomentar reacciones adversas? Es una tarea delicada que requiere un enfoque diseñado con cautela para evitar la polarización y los conflictos.

El papel de las plataformas y la comunidad de inteligencia

En cuanto a los intentos de amplificación artificial, surge la pregunta de si las organizaciones de noticias deben intervenir en la denuncia de los bots que distribuyen desinformación. ¿Es esta una tarea para los periodistas o debería ser responsabilidad de las plataformas sociales o de agencias gubernamentales? Además, con el auge de las iniciativas de monitoreo de desinformación fuera del ámbito del periodismo, como el Dashboard Hamilton 68, los periodistas deben definir su papel en la lucha contra las campañas de manipulación de la opinión pública.

La necesidad de un debate ético y colaborativo

A medida que la desinformación se convierte en una amenaza creciente para la integridad de las democracias y la confianza en los medios de comunicación, los periodistas no pueden permitirse actuar sin una reflexión profunda. Las preguntas planteadas por First Draft son un llamado a la acción para crear políticas éticas claras y coordinar esfuerzos tanto dentro como fuera del periodismo. No hay soluciones fáciles, pero la importancia de enfrentar la desinformación con responsabilidad y cuidado es más crucial que nunca. La colaboración entre periodistas, investigadores académicos y actores de la sociedad civil será fundamental para encontrar respuestas y mitigar los daños de la desinformación.

Este debate, aún en curso, exige respuestas ágiles, pero bien fundamentadas, porque el costo de la desinformación puede ser demasiado alto como para arriesgarse a tomar decisiones equivocadas.

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