Por: Bernardo Sabisky
El 20 de agosto de 2024, la comunidad católica y el pueblo argentino se despidieron de un destacado líder espiritual, Mons. Rafael Eleuterio Rey. A los 91 años, falleció en Mendoza, donde sus restos serán trasladados al cementerio de Potrerillos. Rey fue una figura clave en la diócesis de Zárate-Campana y un referente en la Conferencia Episcopal Argentina.
Mons. Rafael Rey, nacido el 18 de abril de 1933 en Lunlunta, Mendoza, tuvo una vida dedicada al servicio de la Iglesia y de los más necesitados. Ordenado sacerdote en 1958, su trayectoria eclesiástica despegó con su nombramiento como obispo auxiliar de Mendoza en 1983 por el papa Juan Pablo II. La ceremonia de su ordenación episcopal, realizada el 3 de julio del mismo año, estuvo presidida por el arzobispo de Mendoza, Mons. Cándido Genaro Rubiolo, junto a los obispos León Kruk y Carlos González.
En 1991, Rey asumió el cargo de obispo de Zárate-Campana, donde dejó una huella imborrable hasta su renuncia en 2006 por razones de salud. Su liderazgo se destacó por su compromiso con la comunidad y su fervor en la misión de la Iglesia. Además, su papel como presidente de Cáritas Argentina resaltó su dedicación al servicio de los más vulnerables.
El velorio, realizado en la Casa de las Hermanas Obreras Catequistas, contó con la presencia del actual obispo de Zárate-Campana, Mons. Pedro Laxague, y el obispo auxiliar, Mons. Justo Rodríguez Gallego, quienes se unieron a la comunidad mendocina en un sentido homenaje. La misa exequial, presidida por el arzobispo de Mendoza, Mons. Marcelo Colombo, reflejó el profundo respeto y cariño de todos quienes lo conocieron.
Mons. Rafael Rey será recordado no solo por su trabajo en la diócesis de Zárate-Campana, sino también por su influencia en el ámbito nacional a través de su rol en Cáritas Argentina. La comunidad eclesiástica y los fieles de Zárate-Campana continúan conmemorando su legado, agradecidos por su servicio y su amor por los pobres. «La Virgen Madre salga a su encuentro, reciba su alma y la lleve a la presencia del Señor», rezaban sus compañeros, confiando en que Mons. Rey continuará velando por ellos desde el Cielo. La luz de su vida, sin duda, sigue brillando en la memoria de quienes lo conocieron y en la historia de la Iglesia argentina.