Por: ROSARIO ORTIZ CONDE
Periodista Turístico Colombia
Cuando una noche recibí una bolsita con panecillos que me acompañaron varios días, y que guardé hasta llegar a casa como si mi corazón me dijera que eran un tesoro, no sabía realmente que en aquel pequeño paquete se guardaba toda una identidad y tradición de un corregimiento del distrito de Chitré en la provincia de Herrera, República de Panamá.
El exquisito sabor casero que delata su valiosa preparación artesanal me llenó de curiosidad por saber más sobre este interesante producto que sabía que en sus ingredientes debía contener una historia familiar importante de resaltar y visibilizar.
Fue así como llegué hasta Don Germán Batista, un monagrillero de pura cepa, amable y trabajador que ha dedicado su vida a una gran pasión heredada de su abuela. Se trata de la panadería a la que con amor y compromiso dedica su diario vivir, satisfecho de entregar a sus clientes un producto que mantiene la calidad de una receta original que es guardada con el mismo celo con el que se protege una joya.
Con disfrutar el sabor y la textura del panecillo de sal podemos imaginar los sabores dulces de los queques, empanaditas de leche condensada y los rosquetitos que complementan su variada oferta que será “obligatorio” probar al regreso por estas hermosas tierras panameñas.
¿Un sabor que trasciende fronteras? Sí, porque visitantes de muchas nacionalidades lo conocimos, y personalmente hoy desde Colombia saludo a Don Germán con el respeto y admiración que se tiene hacia un guardián de tradiciones y valores culturales de una población que se destaca por sus celebraciones carnavalescas, la alegría y amabilidad de sus gentes.
¡ Larga vida a esta hermosa tradición !